ARTÍCULO PUBLICADO EN LAS NOTICIAS DE CUENCA EL 17 DE JULIO DE 2015
“Te vas
acercando a la roca, ves los líquenes, el moho, las porosidades, y pintas la
roca del tamaño del cuadro. Luego te planteas hacerlo con el mismo material,
roca triturada, y además someterlo al mismo proceso de la intemperie: le ha
llovido, se ha secado, le ha corrido barro, le sale moho, líquenes…” decía
Gustavo Torner (Cuenca, 1925) a Juan Manuel Bonet en Escritos y conversaciones (Valencia, Origami, 1996) al hablar de su
obra.
La roca se
palpa en Arena, paja y negro o en Como la tempestad, obras de 1959 que parecieran ser resultado de atisbar
con unos anteojos hasta el último poro de una materia imperfecta y contingente,
en perpetuo cambio y generación, pero también, de una materia que se opone a un
ámbito incorruptible que, si en Nilo
amarillo de noche (1959) parece formar parte del paisaje en el que se
hundió el perro goyesco, en Azul-marrón,
Blanco-gris, Blanco-verde oscuro o Casi paisaje (1960) parece ser la continuación de un lugar necesario
donde hallar el ente de Parménides.
“El mundo
de Torner es un mundo equívoco donde se confunden realidades y apariencias y
los opuestos se tocan, donde nada es lo que parece ser y cada cosa tiene algo
de todo; un mundo de equivalencias y metáforas visuales donde el brillo sobre
el filo de un cristal roto se transforma en horizonte de mar y seis metros
cuadrados de acero inoxidable valen por la inmensidad del cielo”, decía Zóbel
en torno a obra del pintor conquense.
Todo ello
y mucho más ante lo que podríamos añadir la cita de Schelling cuando afirmó que
“el arte es para el filósofo lo más alto, porque casi le abre el santuario
donde en una unión eterna y originaria arde como una llama lo que en la
naturaleza y en la historia está separado, lo que tanto en la vida y en la
acción como en el pensamiento debe huir de sí eternamente”, que “lo que llamamos
naturaleza es un poema encerrado en caracteres misteriosos y admirables, pero
donde si el enigma pudiese desvelarse reconoceríamos la odisea del espíritu” (Torner, Retrospectiva, 1949-1991, Madrid,
MNCARS, 1991).
Un
espíritu al que Torner llega a través de la materia sensible, dado que en su
misma apariencia se hallaría la esencia que la hace formar parte de ese mundo
equívoco en el que los opuestos se tocan y al que a Torner le llevó su contacto
con la naturaleza a través de su profesión de ingeniero forestal -esta le llevó
a realizar en Teruel una serie de láminas de botánica para ilustrar uno de los
catálogos más completos de la flora española y a partir del más exacerbado
realismo, de la acentuación de este, a la abstracción más radical celebrada en
Cuenca: “el único lugar de España donde estábamos al tanto de lo que ocurría
fuera, y nos interesaba (…) -comentaba Torner-.
“Éramos
sobretodo un grupo de amigos con unas inquietudes intelectuales enormes, que
teníamos muchas tertulias sobre arte, sobre lo que es el arte desde un punto de
vista hondo, y Fernando Zóbel era, dentro de este grupo, la persona que más
preocupada
e involucrada
estaba en estos temas (…), pese a que cada uno tuviese su manera de pintar (…)”,
contaba en los Escritos y conversaciones referidos.
Pero, ¿qué
temas eran los que interesaban a uno de los fundadores del Museo de Arte
Abstracto Español -de cuya creación se celebra el año que viene el cincuenta
aniversario-: “El arte en sí no existe, solo existe como cualidad de una serie
de objetos y quizá este sea solamente espíritu (…)” -decía-, no más que espíritu,
entendiendo por este aquello que se persigue al tratar de poner la obra en
“verdad”, en una verdad contemplada en “objetos” donde comienza a estar
presente la horizontalidad sublime del Monje
Frente al mar de Friedrich; frente a un paisaje ante el que se pregunta por
el cosmos y por un más allá que hace que su obra parta de las apariencias no
más que para trascenderlas y penetrar en el ámbito de la metafísica; de la
música callada de las obras de un Mondrian que trata de hallar la armonía
universal que concilie la lucha entre contrarios de Heráclito.
Música
callada, silencio espacial ante el cual es posible llevar a cabo una depuración
formal ante la que solo queda el espacio en el que se sitúa el sujeto frente a
la naturaleza, frente a un paisaje sublime lleno de tensiones que tratan de superarse;
frente a un paisaje romántico cada vez más geométrico donde se trata de hallar
la ansiada paz del hombre que se postra frente al caos, pese a que este haya
sido analizado por vez primera por un sujeto consciente de la importancia de la
concepción racional del mismo y de su capacidad para dominarlo -tal cual un
renacentista-.
“Todo está
sometido a una tranquilidad horizontal, sumido en su propio peso como un mar de
mercurio. Y es que la obra de Torner no es precisamente parca en ideas, sino en
gesticulación y vocerío; a cada paso cuenta en ella solamente lo nuevo, lo
nunca dicho, lo necesario, lo veraz, y de esa forma en el creciente de sus
etapas sobrecoge su desarraigada exigencia con la propia soledad sonora” -decía
Antonio García Berrio en Torner,
retrospectiva, 1949-1991, Madrid, Mncars, 1991-.
Soledad
sonora que hallamos en sus Homenajes a
Schoenberg (1968), a Debussy (1970)…,
en su Eclipse (1971), en su Universo de Tensiones (1972), en La sombra de Pitágoras (1983), en Átomos, en Los cuatro elementos (1986), en
Alfa y Omega (1989), en Música callada. Homenaje a San Juan de la
Cruz (1971), en Recuerdo de
Parménides… Y la puerta separaba el día de la noche (1976)…, obras todas
ellas donde se muestra que el hombre, transcurrido el tiempo, sigue teniendo
los mismos interrogantes que tenían los primeros filósofos y que aún hoy vuelve
la mirada a los orígenes del mundo para tratar de buscar lo que hay de verdad
bajo sus apariencias:
“Lo que
une a la mayoría de la pintura española es el logro de la máxima espiritualidad
a través del más encarnizado realismo”. Ante Nostalgia
(1971), algunos vecinos, extrañados, me preguntaban que si era una cosa
para tender la ropa, y yo les contestaba que era una antena para poder escuchar
las emisiones de los ángeles”… -contaba Torner en
el catálogo mencionado-…
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